Investigadores
de EE.UU. consiguen identificar la estructura del virus, lo que podría ayudar a
desarrollar una vacuna
Científicos
de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) han determinado la estructura de
una proteína de la superficie de la hepatitis C, un hallazgo que podría
ayudar a desarrollar una vacuna para frenar la propagación de esta enfermedad
mortal que ha infectado a 3,2 millones de estadounidenses.
El autor
principal del trabajo, Joseph Marcotrigiano, profesor asociado de Química y
Biología Química de Rutgers destaca que esta nueva investigación, publicada en
la edición digital de «Nature», describe una región externa de
la hepatitis C que permite al virus evadir la respuesta del sistema
inmunológico natural del cuerpo, causando infección persistente crónica.
La
hepatitis C muta constantemente, lo que le permite infectar una célula huésped
y evadir la respuesta inmune, causando una infección crónica que puede ser
difícil de tratar. Mediante la identificación de la estructura de la proteína
externa del virus, según Marcotrigiano, los científicos estarán en mejores
condiciones de desarrollar una vacuna que dirija el sistema inmune a las
regiones vulnerables al virus con el fin de prevenir la infección.
«Los
virus son inteligentes y es una batalla constante mantenerlos alejados», apunta
Marcotrigiano, quien realizó el estudio con colegas del Centro de Biotecnología
Avanzada y Medicina en Rutgers y la Escuela de Medicina de la Universidad de
Emory, en Druid Hills, Atlanta, Estados Unidos. «Por ello, el desarrollo de una
vacuna es muy importante. Siempre es mejor prevenir la infección a través de
una vacuna efectiva que luego tratar cuando se ha establecido una infección
crónica», agrega.
El virus
de la hepatitis C es un importante problema de salud mundial con 160 millones
de personas infectadas en todo el mundo, alrededor de cuatro veces más personas
que las que portan el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). La mayoría de
las personas infectadas no muestran síntomas hasta que el virus, la causa
número uno de trasplante de hígado, ha causado graves daños a este órgano.
El virus
se transmite principalmente a través del contacto con la sangre de una persona
infectada, como por ejemplo, compartiendo el uso de agujas. Antes de 1992,
cuando la sangre donada comenzó a ser analizada, el virus se extendió también a
través de transfusiones de sangre y la donación de órgano.
Recientemente,
la agencia norteamericana del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) ha
aprobado varios medicamentos nuevos que podrían curar a muchos pacientes
infectados con hepatitis C en tan sólo 12 semanas. Sin embargo, con alrededor
de mil dólares por píldora, puede no ser una solución costo-efectiva para el
virus de la hepatitis C.
El
desarrollo de una vacuna contra la hepatitis C no sólo evitaría que las
personas adquieran la enfermedad, sino que, según Marcotrigiano, también sería
la intervención de salud más costo-eficiente. El investigador de la Universidad
de Alberta, en Canadá, Michael Houghton ha desarrollado una vacuna que
actualmente está siendo probada clínicamente. Houghton, quien dirigió un equipo
que descubrió el virus de la hepatitis C en 1989, dice que el hallazgo de
Rutgers es importante porque conocer la
estructura del virus le ayudará a diseñar una vacuna que permita al
sistema inmunológico producir más anticuerpos que combatan las infecciones para
neutralizar el virus.
abc.es
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