“La vigilancia pone en peligro a la red”, declaró hace
algunas semanas Sir Tim Berners Lee durante la presentación del último reporte
de la World Wide Web Foundation. El documentode la organización que
dirige arrojó una cifra poco prometedora: 94 por ciento de los países relevados
no monitorean adecuadamente la irrupción de sus respectivos gobiernos en
internet.
El hecho de que unos de lospadres de la red de redes se
haya pronunciado contra las persecuciones virtuales no es poca cosa: mucho se
ha avanzado (o retrocedido) en cuando a pérdida de privacidad online se trata.
Si personajes como Julian Assange, Edward Snowden o Bradley
Manning adquirieron tanta relevancia pública durante los últimos años -el
referente deWikiLeakstiene, incluso, una película inspirada en su
obra y participó en el último tema de Calle13- es porque tocaron
temas que afectaban el interés del arco político y, por carácter transitivo, la
sensibilidad de millones de habitantes a lo largo y ancho del globo.
Sin embargo, lamentamos recordar que no es necesario que
seas presidente, primer ministro, gobernador o dictador para que haya alguien
investigando qué haces o a dónde te diriges cuando estás conectado. La
polvareda que levantó la gran fuga de documentos protagonizada por
Snowden en mayo avivó un debate interesante sobre si los gobiernos están en
condiciones de espiar a cualquiera a cambio del acceder a una red abierta. Las
sospechas también cayeronsobre
Facebook, Google, Apple, Microsoft y otros gigantes tecnológicos acusados de
cooperar en la difusión de datos personales.
¿Quién está en lo correcto? Google promueve su Google
Analytics como una herramienta que, gracias al
relevamiento de datos de forma anónima, puede mejorar las estrategias
comerciales en Internet. Mozilla, desde la otra vereda, maldice esta
metodología y promueve una aplicación para denunciarla.
El 2013 demostró que fugacidad, simpleza y facilidad son puros
supuestos cuando de estar online se
habla. Internet nos permite tener todo a un botón de distancia. A cambio de
nuestra privacidad, Internet nos permite tenerlo todo.
De Collusion a Lightbeam: cómo saber cuándo nos están mirando
Uno de los ejemplos de cómo funcionan estas invasiones virtuales
lo dio Gary Kovacs, CEO de Mozilla Corporation, durante una charla TED en
2012. “Internet nos abrió el mundo a nosotros, pero también nos abrió a
nosotros al mundo. La privacidad es el precio que hay que pagar”, alertó,
mostrando cómo más de 150 sitios consiguieron su información sin su
consentimiento en un día de navegación normal en el que no visitó más de 15
páginas distintas.
En ese entonces, Kovacs presentó el Collusion, un programa
desarrollado por Atul Varmaque permitía identificar, en tiempo real, cuántas
compañías estaban nutriéndose con nuestros datos y movimientos mientras
navegamos por la red.Él considera que no está mal difundir información si hay
una aprobación por parte del usuario porque sirve para obtener recomendaciones
y mejorar las búsquedas, pero el problema aparece cuando no se pide permiso
para ver qué es lo que estamos haciendo. Aquí es donde se desarrolla elBehaviour Tracking(algo como “búsqueda por
comportamiento”),una industria sin
regulamiento ni normas en la que compañías anónimas, atomizadas, juntan datos
de muchísimos usuarios.
Santiago Siri, emprendedor tecnológico y fundador de Grupo
42, evalúa estas investigaciones digitales por su potencial económico: “Los
datosque se vuelcan online dejan como resultante información de mercado muy
relevante para anunciantes de todo tipo. Tiene un sentido comercial muy fuerte
aplicar inteligencia a lo que ocurre online”.
El Collusion tuvo el éxito necesario para que Mozilla continuara
con su desarrollo y lanzara elLightbeam hacia finales de octubre de 2013.
Esta herramienta es un complemento para el buscador que permite entender
con facilidad y gráficos el rastreo de datos por internet. Tiene las mismas
características que su predecesor, pero permite compartir los seguimientos que
nos realizan las empresas de forma anónima, es decir, contribuir a un gran mapa
para que los usuarios puedan ver cómo funcionan los sistemas de rastreo.
Alex Fowler, director del área de Seguridad global y
políticas públicas de Mozilla, recuerda que, con el lanzamiento del Collusion
en 2012, entendieron la magnitud del problema -y la falta de información al
respecto- al encontrar “una gran cantidad de sitios localizando nuestra
información de forma anónima”. La aparición de Lightbeam encontró en el
público la misma respuesta positiva que tuvo el proyecto anterior: “el aumento
en la cantidad de descargas de la aplicación nos demuestra que tenemos una
oportunidad crucial para demostrar cómo operan las compañías detrás de escena”.
Tor y los sistemas de navegación segura
La inmensa red puede exponernos, pero (por suerte) también
brinda posibilidades a aquellos que quieran surfearla sin ser detectados.
Este es el caso de programas como The Onion
Router, I2P o Freenet que, a través de distintos
procedimientos, permiten visitar páginas, cargar y descargar información o
comunicarse con otros internautas de forma anónima.“La proliferación reciente
de estas herramientas es una señal de que las personas quieren retomar el
control y la intimidad de su comunicaciones”, reflexionó Mike Tigas, creador
del Onion Browser (un navegador privado para IOS) y socio de Open News.
Tor es la opción más popular para navegar y preservar la
identidad: civiles, militares, periodistas, activistas (y soplones),
especialistas jurídicos, comerciantes, ejecutivos e individuos de todas
las procedencias recurren a sus servicios (la privacidad es un bien
anhelado por todo aquel que decida pasearse por las aguas de internet).
Tigas detalló que esta gran apertura supone que coexistan
distintos usos: “La utilidad clásica del Tor es, por ejemplo, la del usuario
que critica la gran censura cibernética por parte del gobierno chino, pero
también hay vendedores de drogas ilegales o pedófilos”.
Sin embargo, precisó que es necesario juzgar a una tecnología
por su utilidad y no por estas cualidades morales: “Las personas han utilizado
teléfonos para el bien y el mal durante décadas. Los desarrollos tecnológicos
son frecuentemente utilizados por criminales más allá de la intención de sus
creadores”. En concordancia con esto, Siri agregó: “Me parece fantástico que
surjan tecnologías de este estilo porque habla de la innovación que ocurre
permanentemente en la red y del espíritu de libertad que la gobierna. No
obstante, creo que cuando uno ve una actividad que atenta contra sus principios
es importante tomar responsabilidad y denunciarlo”.
El fin justifica los medios,
dicho popular atribuido a Maquiavelo, va de la mano con la creencia de Tigas:
“Comunidades como Tor abrazan la libertad de pensamiento y expresión, junto con
la privacidad, como ideales. Buscan este objetivo moral aunque en el camino
aparezcan algunos usuarios cuyas expresiones trasgredan los límites de lo
ético”.
Organizaciones para defender los derechos del usuario
Nick Starr, un ingeniero en comunicaciones, entró hace algunos
días a un bar en Seattle, Washington, con los Google Glass puestos y
pidió algo para tomar. En el lugar ya lo conocían, no era la primera vez que
iba, pero el mozo que se acercó le hizo un extraño pedido: “Por favor,
quítese los anteojos”.
Resulta que Starr estaba en uno de los establecimientos de David
Meinert, uno de los más expresivos opositores al uso de Google Glass en
locales, que en marzo fue noticia por haber prohibido estos anteojosen
otro de sus bares. En ese entonces,Jason Lajeunesse, uno de los socios de
Meinert, explicó: “Todo sea por la privacidad. Una cosa es sacar una
cámara y capturar un momento: la gente puede verte y evitarte si no quiere ser
retratada. Con Glass no tiene esa opción y queremos que nuestros clientes se
sientan cómodos y no perseguidos”.
El ejemplo puede sonar exagerado para algunos y prudente
para otros. Lo que busca llevar David Meinert a sus locales es una forma
particular -y analógica- de proteger la privacidad en el mundo corpóreo, pero
también están los que abogan por la integridad en el plano digital. Aquí
se encuentran ejemplos como Electronic Frontier Foundation, encargada
de “defender los derechos de los usuarios en el mundo digital” desde 1990,
cuando internet aún era una palabra fuera del vocabulario del grueso de la
gente; The Internet Defense League, una junta de políticos a favor de la
tecnología, activistas en línea y comerciantes, que apareció el año pasado como
contrapartida a la Ley SOPA, que trabaja en varios frentes, y StopWatching.us, una propuesta que lanzó Mozilla
en junio de 2013.
El último emprendimiento también está bajo la órbita de
proyectos que maneja Alex Fowler: “Esta campaña, apoyada por muchos agentes y
empresas tanto del espectro técnico como político, busca hacer un verdadero
llamado para que los ciudadanos y las organizaciones exijan hasta qué punto
nuestros datos, comunicaciones e interacciones están siendo monitoreados. Entre
otras cosas, esta coalición también presiona al gobierno de los Estados Unidos
para que asuma la responsabilidad de estas actividades”.
¿Qué pasará con el futuro de la privacidad online?
Desde este escenario en el que conviven investigadores junto a
defensores, una pregunta se escurre: ¿habrá alguna forma de limitar estas
invasiones o habrá que acostumbrarse a ellas?
Con respecto al primer postulado de la pregunta, Santiago Siri
cree que la respuesta no vendrá por parte de los estados: “Los gobiernos pueden
legislar, pero no pueden programar. No creo que ninguna forma de código legal
pueda atentar contra lo que vemos permanentemente en las redes online”. En una
misma línea, Alex Fowler también cuestiona la importancia en el accionar
estatal: “Hay muchas leyes sobre privacidad a nivel mundial, pero, sin embargo,
seguimos cuestionando su verdadero alcance en la red”. Mike Tigas, por otro
lado, agregó que muchas personas tienden a despreocuparse ante las
“revelaciones de la NSA”. Para él, lo importante es que la intimidad esté
disponible: “Los usuarios que quieran privacidad deben poder conseguirla. La
privacidad es un derecho”.
Como miembro de Open News, Tigas también está en contacto con
diversos emprendedores que tienen la mira puesta en cómo mejorar el nivel de
intimidad en internet. “Hay muchos avances en este sentido. Freedom Press
Foundation, por ejemplo, está desarrollando herramientas para que los
periodistas puedan encriptar sus mails o mensajes y mandarlos de forma
segura”, afirmó.Además, es optimista con respecto al mejoramiento de los
procesos de privacidad: “Hoy tenemos pobreza en cuanto a la intimidad porque
los primeros emprendedores informáticos, que sentaron las bases de la red que
hoy visitamos, tenían una visión más matemática o técnica. Creo que la atención
masiva que actualmente tiene el tema de la privacidad hará que los diseñadores
y emprendedores del mañana tengan en cuenta este aspecto a la hora de generar
herramientas informáticas”. Fowler agregó que, más allá de lo tecnológico,
a los usuarios les corresponde participar activamente en lo que pasa cuando
están online: “Analiza la información que compartes y edúcate a través de
propuestas como las de Electronic Frontier Foundation o Derechos Digitales. Si
no recibes apoyo desde el arco político, haz el lobby necesario para que los
dirigentes entiendan tus problemas”.
El descontento ante la pérdida de privacidad digital crece y
cada vez son más las voces que se pronuncian en contra o que buscan formas para
reducir estos acosos. En un giro (in)esperado, algunos gigantes de Silicon
Valley ahora le exigen a la administración de Barack Obama y al
congreso estadounidense que limiten la recolección para “preservar la confianza
en internet”.
Hace un año, antes de las revelaciones de Snowden, el sueño de
la intimidad online era un tema con
mucha menos prensa. ¿Qué pasará entonces? Por el momento, únicamente podemos
mirar para atrás y afirmar que el 2013 sirvió para abrir una puerta: el vértigo
con el que evoluciona la tecnología hace que sea difícil -imposible- determinar
cómo será el futuro de la privacidad en internet.
tudiscovery.com
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