Las recientes
denuncias sobre atrocidades cometidas en Sudán del Sur, República
Centroafricana, Siria, Myanmar o México vuelven a mostrar la brutalidad que se
alcanza en las guerras y situaciones conflictivas, y llevan a preguntarse si
vivimos en un mundo más o menos violento que hace décadas atrás.
Conocer el número y
el impacto social del concepto víctimas tiene implicaciones tanto para prevenir
guerras como para definir responsabilidades.
Hace pocos días,
Skye Wheeler, investigadora de Human Rights Watch, informó desde Sudán del Sur
(país que se declaró independiente en 2011) que en la ciudad de Bor sucedían
"crímenes horrendos" desde que a fin de 2013 comenzara un conflicto
entre las fuerzas leales al presidente Salva Kiir (de la etnia Dinka) y las
rebeldes que responden al exvicepresidente Riek Machar, de la etnia Nuer.
Por otro lado, el
Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos denunció
recientemente la violencia étnica llevada a cabo por parte de los budistas
arakaneses contra musulmanes de la etnia rohingya en la región de Arakan, en
Myanmar.
Entre tanto, en la
República Centroafricana la agencia de la ONU para los refugiados indicó que
160.000 personas habían sufrido desplazamientos y se contabilizaban 600
víctimas mortales debido a los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos.
Nuevas
formas de violencia
Naciones Unidas
calcula en más de 100.000 el número de muertos por el conflicto en Siria desde
2011.
El centenario de la
Primera Guerra Mundial en 2014 revive escenas de millones de soldados muriendo
en las trincheras y un continente afectado por la violencia.
Al mismo tiempo que
se conmemora aquella confrontación, gobiernos y expertos anuncian que la alta
tecnología, especialmente la robótica, permite hoy hacer la guerra con más
precisión y menos víctimas colaterales.
A primera vista, la
violencia, cuantitativa y cualitativamente, no parece haber cambiado. Por una
parte, hay numerosos conflictos armados y matanzas.
Por otra, se usan
antiguas y nuevas formas de violencia, sean atentados a escuelas en Nigeria o
centros comerciales en Nairobi, ataques suicidas en zonas comerciales en
ciudades de Pakistán, enfrentamientos entre grupos de identidad y gobiernos
como recientemente ocurre en el fuego cruzado de identidades e intereses
nacionales y regionales en Siria, con un coste humanitario de más de 100.000
muertos desde 2011.
Los datos, sin
embargo, muestran una realidad matizada: comparando con décadas atrás hay un
menor número de guerras y menos víctimas mortales.
Esto no significa
que no haya un inmenso sufrimiento humano y graves impactos como la destrucción
de infraestructura y el creciente número de refugiados en el mundo.
¿Por
qué hay menos guerras?
"La paz es una
de las grandes pero silenciosas buenas noticias de nuestro tiempo, pero no se
trata de un camino fácil ni un escenario perfecto"
Dan Smith, director
de International Alerty
"La paz es una
de las grandes pero silenciosas buenas noticias de nuestro tiempo, pero no se
trata de un camino fácil ni un escenario perfecto", dice Dan Smith
director de la ONG International Alerty autor de The State of the World Atlas,
un excelente resumen de tendencias globales.
A partir del final
de la Guerra Fría ha disminuido el número de conflictos armados, de 50 en 1990
a 35 en 2011 (en los cuales haya habido al menos 1.000 víctimas mortales al
año) según el proyecto conjunto del Uppsala Conflict Data Program (UCDP) y el
Peace Research Institute Oslo(PRIO).
Si se contabilizan
conflictos con menos número de víctimas la lista llegó en 2011 a 98.
Una serie de
factores se han combinado para esta disminución. Por un lado, el fin del
colonialismo llevó a su fin a muchas guerras de liberación nacional.
Los estados, además,
cuentan con más instrumentos jurídicos internacionales y capacidad de mediación
y resolución de conflictos. Por ejemplo, organizaciones multilaterales como
Naciones Unidas y regionales como la Unidad Africana o la Organización de los
Estados Americanos han ganado experiencia en gestionar conflictos entre
estados.
El
doble efecto de la internacionalización
Naciones Unidas
advirtió de "limpieza étnica" en el conflicto que enfrenta a
musulmanes y cristianos en la República Centroafricana.
Entre 1989 y 2013 se
firmaron en el mundo 35 Comprehensive Peace Accords (Acuerdos de Paz Amplios)
según la base de datos de la University of Notre Dame's Kroc Institute for
International Peace Studies.
También desde el
final de la Guerra Fría ha habido un aumento notable del número de operaciones
de mantenimiento de la paz.
Para el Stockholm
International Peace Research Institute (SIPRI) el descenso del número de
conflictos armados y víctimas desde 1989 se ha debido también a la
"drástica disminución de la implicación de grandes potencias en conflictos
locales".
Esta tendencia, sin
embargo, se ha visto afectada negativamente por las guerras en Afganistán,
República Democrática de Congo y actualmente en Siria, donde hay una
internacionalización, o implicación de diversos estados (Rusia, Irán, Turquía,
Qatar, Estados Unidos, entre otros).
La
internacionalización produce el doble efecto de acelerar el conflicto en el
país y diseminarlo regionalmente.
Diversidad
de conflictos armados
Los conflictos
violentos actuales se analizan en torno a tres ejes: aquellos en los que el
Estado desempeña un papel; en los que la disputa es entre actores violentos no
estatales; y en casos donde el Estado o grupos armados usan la violencia contra
civiles indefensos.
La competencia por
recursos minerales, tierras cultivables, y hasta la ayuda humanitaria indican
que las razones económicas animan muchos de los conflictos armados.
En el primer caso,
los conflictos suceden dentro de estados individuales, entre estados, o
situaciones en las que concurren diversos estados de forma directa o indirecta.
Los más frecuentes, alcanzando el 70% del total, suceden dentro de un estado y
se libran entre un gobierno y uno o más grupos armados. Le siguen los
conflictos internacionalizados, como el de la República Democrática de Congo y
Siria.
En el segundo caso,
se producen conflictos entre actores armados no estatales, por ejemplo grupos
étnicos o religiosos o, recientemente, bandas criminales.
El SIPRI contabilizó
38 conflictos de este tipo en 2011 incluyendo, por ejemplo, la violencia entre
carteles de la droga en México. Muchos de estos grupos armados actúan por
intereses económicos y no en función de causas políticas.
En el tercer caso,
la violencia la ejercen el estado o grupos armados contra civiles no
organizados militarmente. En total se registraron 23 situaciones en 2011, en un
arco que va desde Somalia, Nigeria y Sudán hasta México, Afganistán, Myanmar,
Irak y Siria.
Difícil
contar las víctimas
El conflicto en
Sudán del Sur, la nación más joven del planeta, dejó miles de desplazados.
Esta constelación de
conflictos y formas varias de violencia produce un número de víctimas difícil
de contabilizar. Milton Leitenberg, de la Universidad de Cornell, estimó en
2006 que en el siglo XX murieron 231 millones de personas víctimas en guerras y
conflictos armados.
Las cifras no son
exactas porque unos actores las aumentan y otros las disminuyen con
intencionalidad política. Además, depende cómo se contabiliza.
Por ejemplo, si en
vez de contar sólo los fallecidos en combate se suman los civiles que son
víctimas y aquellos que mueren en un período dado durante y con posterioridad
al conflicto debido a los cambios socio-económicos y de infraestructura (por
ejemplo, desaparición de infraestructura sanitaria), las cifras varían
sustancialmente.
Al mismo tiempo, la
guerra puede generar violencia de grupos criminales o matanzas contra civiles
indefensos, que no serían inicialmente contabilizados como "muertos en
combate".
Sólo tener en cuenta
las fuerzas regulares hace perder de vista cuestiones como la presencia
esporádica de civiles en grupos armados. La guerra, por otro lado, se cobra
víctimas más allá de los combates, a través de ejecuciones de civiles,
fomentando la violencia criminal y generando miseria.
Human Rights Watch
denunció en diciembre pasado que desde que se inició en México la "guerra
contra las drogas" en 2007 han muerto más de 70.000 personas y otras
26.000 han "desaparecido".
Pero las cifras
sobre el caso mexicano, por ejemplo, varían según diversas estimaciones, y
formas de contabilizar, entre 60.000 y 150.000 víctimas mortales.
¿Cómo contabilizar
víctimas?
Como lo indican en
un estudio fundamental para entender la complejidad de cómo medir: "en las
formas actualmente dominantes de conflictos -guerras civiles, guerras
insurgentes, y conflictos asimétricos- la distinción entre combatientes y no
combatientes puede ser muy confusa o muy fluida, en franco contraste con un
modelo ideal de conflicto librado entre fuerzas militares de estados.
Incluso en guerras
libradas entre estados hay una creciente tendencia a apoyarse en fuerzas
privadas de seguridad, cuyo personal no es tradicionalmente definido como
combatiente".
En el caso
colombiano, el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), presentó en 2013,
utilizando una metodología amplia, las cifras correspondientes a cinco décadas
de conflicto: 5,7 millones de víctimas de desplazamiento forzado, 220.000
muertos, más de 25.000 desaparecidos y casi 30.000 secuestrados. Datos
relevantes para las negociaciones de paz que se llevan a cabo en este país.
El State of the
World calcula que se produjeron unas 600.000 muertes por conflictos violentos
entre el 2000 y el 2010. Pero la misma fuente indica que alrededor de 1.500
millones de personas viven en países con violencia organizada.
Y el Human Security
Report, en la Simon Fraser University (Vancouver) considera, sin embargo, que
la disminución del número de víctimas en conflictos armados desde la Segunda
Guerra Mundial es muy notable.
Menos
guerras y menos víctimas
Por ejemplo, el
número de víctimas mortales en las guerras en 1950 era de 10.000 personas en
cada conflicto. Actualmente, en cambio, el promedio es de 1000 víctimas
mortales.
"El mundo en su
conjunto es menos peligroso que hace un siglo atrás, pero así como hay una
creciente desigualdad económica global, la seguridad de las personas también
depende en qué país o regiones se vive"
Por otro lado, la
creciente zona gris de conflictos entre estados y dentro de un estado, entre
guerra regular e irregular, y la falta de fronteras entre el interés económico
y las causas políticas, plantea serios desafíos para la aplicación del Derecho
Internacional Humanitario y la protección de las víctimas de los conflictos.
El mundo en su
conjunto es menos peligroso que hace un siglo atrás, pero así como hay una
creciente desigualdad económica global, la seguridad de las personas también
depende en qué país o regiones se vive.
Las cifras que
engloban víctimas directas e indirectas, regulares e irregulares, dan como
resultado menos guerras, menos conflictos armados y menos víctimas.
Pero la gravedad y
complejidad de las confrontaciones existentes indican la necesidad de que
juristas, forenses, demógrafos y trabajadores humanitarios, entre otros
expertos, sigan atentamente las tendencias para poder alertar, prevenir y
gestionar el impacto humano de los conflictos armados actuales.
Mariano Aguirre
Especial para BBC
Mundo
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